miércoles, 4 de marzo de 2009

HEAVEN AND HELL: EL MEJOR DISCO DE BLACK SABBATH (CON PERDÓN).



Aprovechando el buen gusto de boca que me ha dejado la lectura del recién publicado Cuatro Décadas Entre El Cielo Y El Infierno (2.008, Quarentena Ediciones), biografía de Black Sabbath obra de Miguel.Asturias -también responsable de la recomendable web www.metal80.com-, me gustaría lanzar al aire un par de reflexiones en voz alta sobre Heaven And Hell, el disco que la banda editó en 1.980. Rozaría lo absurdo negar la calidad musical de los discos grabados con Ozzy Osbourne, y su importancia para entender la evolución de todo un género musical. Porque, esa discografía inicial, en especial los seis primeros álbumes (a saber: Black Sabbath, Paranoid, Master Of Reality, Vol 4, Sabbath Bloody Sabbath y Sabotage), sentó cátedra y nos regaló algunos de los mejores momentos de la Historia del Rock. Es un hecho indiscutible. Destacar unas canciones sobre otras sería haceros perder el tiempo, en vuestra tienda de discos favorita encontraréis cualquiera de los títulos mencionados a un precio de risa. Si lo consideráis oportuno, podéis desembolsar mil pelas más para haceros con Heaven And Hell, el primer disco que la banda editó con Ronnie James Dio como vocalista tras el duro golpe que supuso la separación con su cantante de toda la vida. Seis míseros euros por el gustazo de poseer una de las piedras básicas del Rock Duro, para un servidor la obra cumbre a nivel compositivo de Iommi, Butler y Dio, y –lo siento, tenía que decirlo, pido perdón por anticipado- el mejor disco, con diferencia que la legendaria banda inglesa ha grabado en sus 40 años de historia. La llegada de Dio –en paro, tras su salida de Rainbow un par de años antes- otorgó a la banda un plus cualitativo que quizás carecía en las poco inspiradas últimas obras con Osbourne como vocalista. Por supuesto, el mayor rango vocal del norteamericano, y su facilidad para crear líneas vocales memorables, también ayudaron a la hora de redondear las ideas que Iommi tenía hilvanadas en su cerebro. Al pequeño vocalista se le puede achacar que consigo trajo ese punto épico y sobre actuado que caracterizó su paso por la banda de Ritchie Blackmore, y que esto desvirtuó de forma radical el concepto algo más básico de los Sabbath originales. Probablemente a los defensores de esta teoría no les falte la razón –estoy seguro que todos estaríamos de acuerdo en que Osbourne es el vocalista definitivo de la banda-, aunque sería totalmente injusto dejar de loar los aspectos positivos que supuso la entrada del creador de Holy Diver en Black Sabbath.
Porque, un disco que te ofrece, tan sólo en la primera cara, temas como 'Neon Knights', 'Children Of The Sea', y 'Heaven And Hell' no puede tomarse a broma o como una obra menor, no señor. Cualquiera de esas tres canciones debería estar, al menos igual de bien considerada que imprescindibles como 'Paranoid', 'Children Of The Grave' o 'Symptom Of The Universe', por mucho que pese a los defensores a ultranza de Ozzy. Una cosa no quita la otra, y no reconocer las (muchas) cosas buenas de Heaven And Hell entraría en el terreno de lo absurdo. Los clásicos de esa cara "A", quizás eclipsaron a las cuatro canciones que se incluyeron en su reverso. Porque, aunque el tiempo ha hecho justicia con 'Die Young', sería injusto pasar por alto esa vertiente más desconocida y melancólica –melódica, me atrevería a decir- que introdujeron con 'Wishing Well', 'Walk Away', y el abrumador grand finale que resultó 'Lonely Is The World', con una interpretación magistral de Dio, y uno de los mejores solos de guitarra jamás registrados por Iommi. Una producción básica, pero sólida y efectiva a más no poder cortesía de Martin Birch, la legendaria portada de Lynn Curlee –por extraño que parezca, una de sus pocas contribuciones al negocio discográfico-, el trabajo importantísimo de Geoff Nichols a los teclados y a muchas más cosas de las que jamás reconocerá el zurdo guitarrista, y sobre todo, unas ganas enormes de comenzar de nuevo tras algunos años de hastío y monotonía, fueron algunos de los ingredientes que sin duda influyeron en el inmejorable resultado del noveno disco del grupo. Con él recuperaron el status que habían perdido ligeramente en años anteriores, y, gracias a una larguísima gira norteamericana (el Black & Blue Tour junto a Blue Oyster Cult resultó clave), y algunas paradas en sus mercados más fuertes de Europa, se ganaron a toda una nueva generación de fans enloquecidos por la nueva hornada de bandas provenientes del Reino Unido, al mismo tiempo que conservaron a la mayoría de sus seguidores históricos. La entrada una vez comenzada la gira de Vinnie Appice -substituyendo en la batería a un desilusionado Bill Ward que no encontró sentido a girar sin su amigo Ozzy Osbourne-, y la edición del igualmente sobresaliente Mob Rules en 1.982, es otra historia que mejor dejamos para otra ocasión. Sirvan las palabras de Miguel.Asturias en su excelente libro para dejar claro de qué tipo de disco estamos hablando: "Heaven And Hell, un disco intemporal, que casi treinta años después de ser grabado puedes oír y disfrutar, cosa que sólo los clásicos permiten hacer". Amén.

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